La guerra del maíz II
Apuntábamos en la entrega anterior que estas escaramuzas entre los sectores productivos organizados en torno de la industria del maíz, son apenas los primeros destellos de lo que verán las siguientes generaciones en pleno desarrollo, una guerra comercial, cultural, de la cual este grano será un símbolo capital.
Aquí no acaba todo, ya que los demiurgos del capital, los cerebros pagados y cultivados por un nuevo tipo de corporaciones transnacionales que buscan grandes ganancias con la manipulación genética de vegetales y la apropiación de los bancos universales de especies, principalmente las de valor alimenticio y farmacológico, por eso la palabra clave es “transgénico”, que irresponsablemente se ha propuesto como “la solución” a la crisis del maíz. Las semillas “mejoradas”, tratadas genéticamente y patentadas para ser rentadas, vendidas, prestadas a los productores agrícolas de todo el mundo, y en el camino erradicar las semillas nativas y sujetar a los agricultores a ciclos artificiales con grandes dividendos para los dueños de la semilla, y el maíz resulta ser un blanco estratégico de Estados Unidos, el mayor productor mundial de maíz y de transgénicos.
Monsanto y Syngenta encabezan la lista de estas empresas. En el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) aboga por ellas y promueve la cultura del transgénico como la panacea para el campo mexicano y se queja amargamente de las regulaciones para aprobar la introducción de una semilla transgénica a territorio nacional, lo que, para otros, es aún vulnerable e incapaz de refrenar los grandes intereses que ya hacen cuentas, sin una firme voluntad política de defensa soberana del patrimonio biológico nacional.
El 28 de diciembre leí en
El 30 de diciembre en el mismo periódico en un artículo de la investigadora Silvia Ribeiro, del Grupo ETC, leemos la significación de lo que parece una información de finanzas, pero en el marco de una serie de movimientos del año pasado tendientes a reforzar la tendencia de la neo-monopolización de los medios de producción y en la compra de una empresa por otra, se puede vislumbrar lo que espera a las nuevas generaciones en su edad adulta. La compra de la empresa semillera Delta & Pine por parte de Monsanto. Ribeiro explica: “Delta & Pine era la mayor empresa de semillas de algodón en el mundo, con lo que Monsanto pasa a controlar también este rubro. Pero además, Delta & Pine es creadora de la tecnología "Terminator" para hacer semillas suicidas, que ya no puedan volver a reproducirse. Ahora Monsanto es la mayor empresa semillera en el mundo y controla también la patente para hacer las semillas suicidas y que todos los agricultores tengan que comprarle cada año”.