El Impertinente

5/11/2007

La guerra contra el narcotráfico VI / realidades que superan ficciones

La entrega pasada hablábamos de la relación cronosociológica de tres películas muy significativas para ilustrar la esencia del vínculo entre la cultura del consumo y las adicciones, con un pegamento altamente mediático y que los gringos saben vender muy bien: sexo, drogas y violencia. En las cintas Kids (1995), de Larry Clark, Elephant (2003) de Gus van Sant, y Alpha Dog (2007) de Nick Cassavetes, que muestran la relación casi ontológica entre la muerte hedónica por sexo y drogas de la generación perdida (una de tantas que ya se empieza a volver un cliché protogenérico, que a través de relaciones humanas violentas de los jóvenes encuentran una identidad que tiene que ver con un nihilismo reeditado, que igual abate a los barrios bajos de las minorías étnicas, afroamericanos y latinos al igual que a la clase proletaria blanca llamada “basura blanca” (white trash), como a la clase media de los estudiantes en Elephant, y la burguesía adinerada de Alpha Dog, donde una bola de juniors adolescentes unos apenas adultos otros, metidos hasta el cuello en el tráfico de drogas, el alcohol y el sexo promiscuo, el submundo de los jóvenes ricos de Estados Unidos, en el juego de la vida y la muerte en un parpadeo y la iracundia como estilo de vida. la matanza de Columbine, en 1999, y el lunes 16 de abril de 2007 en el Tec de Virginia, son códigos elocuentes de fórmulas que agitadas en un mismo recipiente por décadas necesariamente hacen explosión, como en el interior de la oval cabeza de Cho Seung-Huin, que dejó un claro mensaje: “Ustedes me obligaron”, para morir mediante un plan previamente trazado con la leyenda en su cuerpo en letras rojas "Ismail Ax" (El Hacha de Ismael). En algunas horas los medios se encargaron de develar el ángulo dramático del caso. Jorge Fernández Meléndez, en su columna Razones del 18 de abril en Excélsior, señala que surgió la “teoría sobre un drama pasional como desencadenante de la tragedia. Según dijo un estudiante de Taiwán en una entrevista con el canal taiwanés CTI, la matanza comenzó tras una pelea del asesino con su novia por una supuesta infidelidad. Cho mató a su pareja y a otro hombre que quiso mediar en la discusión. Unas dos horas más tarde se produjo otro tiroteo en el lado opuesto del campus de la Universidad Politécnica de Virginia, en el que murieron otras 30 personas”, dice otra vez Fernández Meléndez en su columna del día siguiente. “El estudiante había mostrado recientemente signos de conducta errática y anormal, entre los que se cuentan encender fuego en un dormitorio y un supuesto acoso a algunas mujeres, según el periódico Chicago Tribune. Además, Cho podría haber ingerido en algún momento medicamentos contra la depresión.

”La policía del campus universitario encontró dos revólveres, un Glock calibre .9 milímetros y una Walther P22 calibre .22, una de las cuales fue usada en los dos tiroteos y comprada legalmente en una tienda local de revólveres, en un nuevo episodio letal que puso en el radar nacional la controversia sobre el control de las armas de fuego por la facilidad de adquirirlas en estados como Virginia”, y los días siguientes, claro, se dieron alarmas falsas en múltiples puntos de Estados Unidos”.

En La Jornada llama la atención esta aritmética de la violencia con armas de fuego. El 17 de abril publica que es “la peor tragedia dentro de un centro escolar en la historia de Estados Unidos”, con 33 personas muertas, “pero en este país fallecen aproximadamente 30 mil al año por heridas causadas por armas de fuego, un promedio de 81 personas cada día”. Dice el diario que “según cifras oficiales del federal Centro de Control de Enfermedades, en los pasados cinco años (las cifras más recientes son de 2004), más de 148 mil personas han muerto por una arma de fuego en Estados Unidos, de éstos, 14 mil 500 son menores de edad. En un año murieron 29 mil 569 personas a causa de armas de fuego, un promedio de 81 personas por día o una persona asesinada cada 18 minutos, reporta la organización Brady Campaign to Prevent Gun Violence […] se calcula que 39 por ciento de los hogares en Estados Unidos tiene una arma de fuego. Se registran ventas de entre 3 a 4 millones de armas de fuego al año, y se calcula que entre uno y tres millones adicionales se intercambian en mercados secundarios”. Pero eso no es todo: “Casi 3 mil niños y adolescentes murieron a causa de armas de fuego en un año -o sea, ocho al día en promedio. Según estas estadísticas, la tasa de muerte por balas entre menores de 15 años era casi 12 veces más alta que el total de los otros 25 países industrializados combinados. Los heridos por bala sumaron 69 mil 825 en 2005; más de 191 al día”.

"Hace ocho años, los jóvenes en Littleton, Colorado, sufrieron un horrible ataque en la preparatoria Columbine, y hace 6 meses, cinco jóvenes fueron asesinadas en una escuela Amish en Pennsylvania. Desde esas matanzas, no hemos hecho nada como país para poner un fin a la violencia con armas en nuestras escuelas y comunidades. Si algo, hemos hecho más fácil es el acceso a poderosas armas", dice Paul Helmke, presidente del Brady Campaign, según La Jornada la organización nacional de mayor presencia en el esfuerzo de prevención de violencia armada en este país.

En otra nota, ésta de El Universal, el 18 de abril se publicó que en el análisis de la compra de armas del estudiante surcoreano, “el "menú" de posibles compras es escalofriante. Del más corriente revólver -conocido como "especial de sábado por la noche"- al Barrett de .50 milímetros capaz de penetrar blindajes y con un alcance de más de tres kilómetros, sin olvidar fusiles de alto poder, cuernos de chivo (AK-47) y hasta algún lanzagranadas "perdido", figuran en las posibilidades de compra legal”.

Se detalla en el reporte que “el tráfico de armas en la frontera con México es una queja constante de las autoridades mexicanas. Según reportes estadísticos, hay más de 25 mil comerciantes de armas autorizados en EU. Muchos de ellos apenas venden alrededor de una docena de armas por año, pero hay otros que las venden de hecho por internet, y eso sin olvidar las más de 4 mil "ferias" -por no decirles "tianguis"- de armas que hay en todo el país. Se cree que sólo en Texas hay unas 400 ferias de ese tipo cada año […] De acuerdo con las investigaciones policiacas, Cho no necesitó más que presentar su documento de residencia legal para adquirir su primera arma, una pistola automática Glock nueve milímetros, el 13 de marzo”.

Para redondear el tema a partir de estos acontecimientos, quiero citar de nuevo a Fernández Meléndez, quien en su columna Razones pero del 17 de abril en Excélsior, destaca precisamente la comparación que me permite hace bisagra: “32 jóvenes muertos en la prestigiada Universidad Tecnológica de Virginia; en México, 20 asesinatos producto del ajuste de cuentas entre grupos criminales y el secuestro de por lo menos tres personas relacionadas con esos hechos. Fueron Virginia, en EU, y México, los dos puntos más violentos del planeta ese día, por encima de Irak y Afganistán.

“Con respecto a la violencia generada por el narcotráfico y la lucha en su contra en México, todo el mundo tiene sus teorías, algunas sensatas, otras descabelladas y otras que forman parte de las coartadas de los grupos criminales. Pero deberíamos preguntarnos con seriedad por qué más allá del ataque de locura de un estudiante surcoreano o las venganzas de los narcotraficantes contra sus rivales se pueden producir estos hechos. Debemos preguntarnos por qué en naciones que tienen, también, por ejemplo, una fuerte presencia del crimen organizado, el número de víctimas no es tan alto o por qué es tan fácil y "barato", legal y socialmente, matar a alguien en México. Y las respuestas de fondo las tendremos en el tema de las armas”. Más adelante Fernández Meléndez revela comparte sus datos: “en ninguna democracia del mundo es más fácil hacerse de todo tipo de armas que en Estados Unidos: es sencillo y legal. Cualquiera puede comprar prácticamente todo tipo de las de alto poder. El presupuesto de la industria militar fue el año pasado de 400 mil millones de dólares y obviamente la mayor parte de esos recursos se destinaron a la llamada guerra contra el terrorismo, pero la industria fabricó armas portátiles como nunca antes”.

Y en este contexto destaca la doble vía mercantil del narcotráfico mexicano: “… buena parte de la droga que llega a la Unión Americana pasa por México, pero esas mismas redes sirven para que las armas que utilizan los narcotraficantes se envíen desde Estados Unidos a nuestro país”, y todos sabemos que es una industria altamente lucrativa para el Tío Sam.

Pero 20 días después tenemos nuestra propia materia prima cinematográfica con el tiroteo del 7 de mayo en la colonia Hidalgo de Apatzingán, Michoacán, donde “presuntos” -la palabra favorita de políticos y periodistas- narcotraficantes protagonizaron una refriega que terminó con un hoyo humeante en la trinchera de los aguerridos jóvenes narcos. La historia de Claudia Alejandra Cortés Reyes, que contaremos en la entrega próxima.