Las disculpas son obsoletas cuando está de por medio la negligencia y sí, en parte ha sido enorme la indolente negligencia que se atravesó en el camino de mi escritura, pero válgame tan inútil disculpa pues la fatiga acumulada y el exceso de trabajo se confabularon en malsano complot.
En fin la cosa es que aquí estamos de nueva cuenta para ofrecer la micropanorámica de esos mugrosos rinconcitos de nuestra vida política nacional que al prensa diaria no tiene reparo en dilucidar.
Pues ya los primeros cien días del gobierno de Felipe Calderón se nos vinieron encima con todo y la visita de George Bush y una batahola de publicidad con spots de radio y televisión y anidamientos en las noticias, cuyas voces visibles no se resisten al boletinazo.
Y al hojear el periódico del domingo veo que no soy le único en parangonar eso de los cien días con uno de nuestros más laureados y malqueridos estrategas políticos versado en la esgrima y el ajedrez de maquiavélico tablado de la mercadotecnia emocional y no tanto, es decir nada más y nada menos que el Carlos “el Chupacabras” Salinas de Gortari, quien con toda su ilusionista parafernalia, a golpes publicitarios restañó lo que más le dolía al menudo y aguzado jefe del Ejecutivo: la falta de legitimidad, proceso deleitoso hasta la primera resaca del salinismo, el 1 de enero de 1994 con la rebelión del EZLN.
Por supuesto que el principal paralelismo es justamente el uso de una herramienta mediática para rellenar esas dudas que tal vez puedan ser distintas y que yo no me animaría a compara en los mismos términos como necesidades a partir de un fraude electoral que es punto de otro tema, pero de ninguna manera se podría negar la falta de un basamento de legitimidad en ambos casos.
Entonces, desde el nombre mismo “Los primeros cien días”, un artificio inventado en Estados Unidos, es francamente una campaña. “¡Cuántas cosas ha hecho en sólo cien días!”, buscaría asombrar esta nada oculta estrategia de medios, actos y dichos más vistosos que cuantificados porque, la pregunta sería: “¿Cuántas cosas ha hecho en cien días?” El tono es grandilocuente, presuntuoso pero, una vez más, imposible de sustentarse porque es prácticamente imposible resolver en cien días, y precisamente ahí está el ardid publicitario: uno no puede reclamar una hamburguesa que parece enorme y jugosa en el cartel y que a la hora de comerlo resulta un mezquino bocadillo chatarra.
A nadie cabe duda que por los pronto, la prioridad para el gobierno de Felipe es la seguridad pública, con sus famosos -de tanto mencionarse- operativos conjuntos, y las cuentas que ha presentado se miden en toneladas de mota y coca decomisadas, sin que se sepan nombres importantes de personajes del narcotráfico detenidos, del peso de los extraditados a Estados Unidos, y tampoco se ve un ataque a otras modalidades del crimen organizado, que agravian con más contundencia a la sociedad, como es el secuestro, las violaciones a los derechos humanos, el robo con violencia, todo ello sin tomar en cuenta que la base de la inseguridad pública está en la mala educación y en que los dados de la economía de mercado siempre estarán cargados a favor de la casa.
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