La ejecución del exlíder iraquí, Saddam Hussein, al amanecer del sábado 30 de diciembre de 2006, hora local, grabada en video desde un teléfono móvil, y las reconstrucciones fotográficas en las primeras planas de todo el mundo serán tal vez las piezas documentales antropológicas que dentro de varios cientos de años quizá den cuenta de parte de esta historia que, desafortunada pero irremisiblemente, se repite. Pero lo que es más seguro es que en la memoria colectiva del Oriente medio, este hombre, no menos ni más cruel que el propio George Bush y que gran parte de los líderes guerreros de la historia universal. El señor Bush Jr., capitán de los consorcios petroleros tenía que rendir una cabeza, tener su trofeo, y el día de la fiesta islámica del sacrificio, Aid al Adha, eligió la más humillante de las formas de ejecución: la horca, para su presunto enemigo durante décadas.
¿Cómo será la vida sin Hussein? En el corto plazo, con excepción de un esperado repunte de la violencia en los días subsiguientes, probablemente sea olvidado en tantos e busca otro enemigo número uno para el petrolizado capitalismo internacional. De eso se trata, del petróleo, y la estrategia, enarbolar la bandera antiterrorista para permitirse incursionar en la rica zona del golfo Pérsico, por lo que Irán estaría ya en la mira desde hace tiempo. Pero en el largo plazo, el desvanecimiento y la reinvención que permite el paso del tiempo, mucho tiempo, quizá estos sean los rasgos de la decadencia. Espartaco y Aníbal fueron derrotados, y se hizo fiesta, pero nada impidió que Roma cayera.
Para cerrar y disculpando el abuso, quisiera referirme a la columna de Alfredo Jalife-Rahme en La Jornada, el pasado 31 de diciembre, quien pondera lo que pudo ser y no fue: una salida digna, honorable: el perdón con cadena perpetua, o de menos un fusilamiento, dice el columnista, pero no, el afán descarado de las acciones en el Golfo desde que inició la asonada estadounidense con Bush padre y “la tormenta del desierto”, Dice el periodista: “hubiese sido un acto ejemplar para los pueblos de la región , a los que la banca israelí-anglosajona empuja al precipicio de la balcanización para adueñarse de su codiciado petróleo”.
Remata su columna del domingo con la siguiente premonición: “Saddam, quien es más peligroso ahora que cuando gobernó tiránicamente o fue encarcelado porque su imagen de “héroe” y “mártir” se ha impregnado en el inconsciente colectivo de sus fieles seguidores listos a ofrendar sus vidas para que el mito perviva”.
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