El Impertinente

5/30/2007

La guerra contra el narcotráfico VII / La sicaria de Apatzingán


No hay día que nos e publique en la prensa alguna ejecución o “levantón” que en la jerga del narcotráfico se refiere a la acción por la cual un comando armado secuestra a una o varias personas que tienen cuentas pendientes con algún cartel de las drogas, casi siempre para ser ejecutados horas o días después con despliegue de sadismo mediático que ya se convierte en una bizarra firma: cortar las cabezas y arrojarlas a manera de desafío a las puertas de alguna corporación policiaca, con un “narcomensaje” que también puede ser encontrado junto con el cuerpo decapitado, en el que se delata o amenaza a jefes policiacos o cárteles rivales. El asunto es que se está generando un abundante material proto-fílmico que ya quisieran muchos guionistas de merito Hollywood, porque de seguro de este lado del Río Bravo ya los hermanos Almada, si les queda pila, estarán preparándonos alguna peliculilla taquillera donde aparezcan “el Chapo”, “el Chapito”, “el Güero” Palma, el fantasma del “Señor de los Cielos”, Los Valencia, Los 30, la Federación y no podían faltar los Zeta… en fin, pero es como estar leyendo un guión de esos en los periódicos de la semana del 7 al 15 de mayo, con las incursiones de los militares en varios municipios de Michoacán, en la zona de tierra caliente esa entidad, como Apatzingán, Nocupétaro, Carácuaro, Turicato y Huetamo, y (entre paréntesis, qué manera de ser oportunos de los directores y productores de la película El Violín), donde los rudos milicos han abusado, como siempre, y no pierden ocasión de materializar a culatazo limpio el poder del fusil, la bota y el casco. El lunes 7 de mayo el Ejército buscó la venganza. Seis días antes cinco militares vestidos de civil, se toparon de frente con una camioneta repleta de “Zetas” en el municipio de Carácuaro, Michoacán, cayeron acribillados y fueron declarados por el gobierno “héroes de la patria”. El lunes 7 se encontró la ocasión para la vendetta y justificar ante los medios la continuidad de la incursión militar. Se tendió un operativo en media ocena de municipios de la zona caliente de la entidad, y se localizó una célula de sicarios entre ellos una joven de nombre Claudia Alejandra. De una casa de seguridad en la calle de Fray Melchor de Talamantes de la colonia Miguel Hidalgo, bien temprano, un hombre salió por cervezas, con una pistola al cinto; no falta quien diera el pitazo a los guachos, y al filo de las 9 de la mañana había un cerco militar alrededor de la vivienda, y cuando les ordenaron salir, alguien abrió la puerta y descargó de un AK-47 tanta bala como para medio batallón, era ella, de 27 años, con su rifle automático, y después el ataque superlativo de los militares hasta desbaratar media casa. Todos muertos. La nota de La Jornada

del 8 de mayo dice “Los militares utilizaron metralletas y bazucas, por lo que la vivienda donde se atrincheraron los presuntos narcotraficantes quedó totalmente calcinada. En el inmueble se encontraron dos fusiles AK-47, una carabina M-16, tres pistolas calibre 38 súper, una cantidad indeterminada de cartuchos, una granada de mano y sustancias químicas aún no analizadas”.

En Nocupétaro tenemos otra película. Resulta que en el bar-prostíbulo “La Estrella” de ese municipio, propiedad de Carmela Gamiño Martínez, era lugar predilecto para las francachelas de hasta semanas enteras de una célula de los sicarios conocidos como “los Zetas”, exmilitares al servicio del cártel del Golfo, comandados por José Luis Carranza Galván, El Jaguar o El Carranza, que padece vitiligo y mantenía relaciones con la Carmela, pues él y sus carnales fueron los que ejecutaron a los cinco militares el 1 de mayo. Dos días después llegan los soldados a “La Estrella” y se llevan a tres menores de edad que fueron torturadas y violadas durante varios días. En ese antrillo fue que se fraguaron acciones clave que definieron la escalada de violencia de los siguientes días en esa entidad, que ha dedo pie a que se justifique y refrende la participación del Ejército en la llamada lucha contra el narcotráfico, algo que muchos ven como un camino peligrosos para México, donde las fuerzas militares pueden ser llevadas a situaciones de excepción de facto.

Imagen: Milenio 8 de mayo