El Impertinente

3/28/2007

La guerra contra el narcotráfico II / La oferta y la demanda

Para retomar el tema que a manera de introducción de una serie de ensayos entrelazados, empezaremos propiamente en este capítulo, en el que creo necesario tomar uno de los extremos de la madeja, si acaso la más sensible porque podría considerarse estructuralmente como la causa, si hay una demanda hay una oferta, y en este caso la dinámica de mercado, como en muchos otros negocios ilícitos, implican ganancias exorbitantes, que dan plataforma a una expansión prácticamente sin límites, sobre todo por la alta tecnología y armamento de alto poder que esos capitales ávidos de ser consumidos y blanqueados, con el olor a soborno por delante, que pueden manipular de tal manera las cadenas de producción-distribución, que hacen prácticamente imposible, para cualquier gobierno, ganar la llamada “guerra contra las drogas”, si nos e atiende, precisamente, a muy largo plazo, el problema del consumo, que crece de manera geométrica, si no veamos cuántos metros cúbicos había de billetes de a cien dólares que salieron de la narco-residencia Las Lomas.

Me quiero referir para empezar con un punto argumentativo definido, a lo publicado el miércoles 14 de marzo del año pasado en La Jornada, en un artículo firmado por Javier Flores, en el que, con el título de “narcotráfico y simulación”, resulta bastante refrescante un año después de escrito, periodo en el que se han desarrollado nuevas aristas en esta espinosa problemática, y el texto empieza precisamente con el dedo en la llaga, por eso me gustó tanto: “la prohibición irracional al consumo de drogas es la forma más efectiva de beneficiar al narcotráfico y de poner en riesgo la salud de millones de seres humanos. Si desde hace por lo menos una centuria -según se dice-, se persigue sin tregua a los traficantes de sustancias prohibidas; y al comenzar el siglo 21 este problema no solamente no se ha resuelto, sino que ha crecido, significa que algo anda muy mal”, y más adelante la pregunta clave: “¿qué es lo que se trata de proteger con la prohibición? El tráfico de sustancias prohibidas está tipificado como un delito contra la salud, es decir, se trata de cuidar a la población, en especial la de nuestros niños y jóvenes (lo que da un toque más melodramático), pero el resultado es que el negocio crece, lo que significa que la gente consume cada vez más drogas. Con una agravante: la criminalización del consumo. Tratan de cuidar a nuestros jóvenes... ¡metiéndolos a la cárcel!”, y es precisamente ahí donde el dragón muerde la cola y cierra el ciclo perverso, en el sistema penitenciario.

Estoy de acuerdo con el artículo de Javier Flores en que no debemos temer a una pregunta: ¿por qué hay personas que consumen drogas? “Entre otras se encuentra la búsqueda de una sensación placentera, de bienestar. Por eso el narcotráfico es un gran negocio, porque comercia con necesidades humanas básicas. Hay drogas permitidas que tienen efectos análogos, como los antidepresivos, que por cierto también dan lugar a ganancias multimillonarias. Hay también muchos mitos acerca de los efectos sobre la salud de las sustancias prohibidas. Es cierto que el abuso en el consumo de algunas de ellas puede traducirse en diversos problemas médicos, pero más bien hace falta mucha investigación, pues existen drogas permitidas, como el tabaco y el alcohol, que tienen efectos mucho más nocivos”.

Más de medio año después se repiten los signos de alarma que cada vez con más frecuencia alerta el propio sistema de seguridad cuando es rebasado. Me permito citar algunos gritos en el cielo que pegaron los integrantes de la Conferencia Nacional de Gobernadores el 16 de octubre de 2006, en el que, cual caperucitas ante la proximidad del lobo, denuncian la perogrullada de que los capos tienen un "gran poder de intimidación" que provoca la "alarma social". Como publicó Milenio, en un documento “elaborado por todos los gobernadores del país denominado “Hacia un nuevo sistema de combate al crimen organizado”, en el cual se expone que la violencia afecta, entre otros problemas, la salud pública, la economía y la paz pública”

Dice el documento que “las consecuencias del crimen organizado son, principalmente: violencia y muertes, delitos graves contra la salud, inquietud y angustia comunitaria, tensiones en la relación gubernamental nacional e internacional, lavado de dinero, narcomenudeo, aumento en las adicciones, contaminación y corrupción en las instituciones públicas y privadas”, y detalla que “ahora el crimen organizado se está manifestando a través de actividades como el narcotráfico, las operaciones con recursos de procedencia ilícita, la falsificación de documentos, la doble identidad de delincuentes, los secuestros (levantones), los homicidios, entre otros, mismos que representan una actividad nociva para la sociedad y el Estado”.

Menos mal que también reconocen abiertamente “la ineficiencia del sistema de justicia penal, lo que alienta su comportamiento delictivo ante la impunidad”, lo que “se traduce en una percepción de inseguridad en la sociedad”, y qué bárbaros los gober preciosos, al dar algunas soluciones, perl qué va, ya sonaba muy bonito, más que un “plan estratégico”, es otro rosario de admisiones que, la verdad, ya da mucha flojera revisar, por obvios.

Lo que cabe resaltar es la geografía del narcotráfico tal como ellos la conciben: “Guerrero, Michoacán, Quintana Roo, Tabasco, Nuevo León, Baja California y Tamaulipas son las entidades con mayor violencia y presencia del narcotráfico, ya que son regiones en las que los cárteles se disputan el control de las plazas”. [Continuará...]

3/20/2007

La "guerra" contra el narcotráfico I

El tráfico y consumo de drogas es un fenómeno contemporáneo que tiene que ver con la economía de mercado, la sociedad de consumo y los satisfactores individuales y de grupo; la explosión demográfica del consumo de drogas en las últimas tres décadas lo hacen problemas de salud pública y seguridad nacional, y por eso cobra especial relevancia la guerra mexicana contra las drogas que ha declarado el gobierno del presidente mexicano Felipe Calderón, a los carteles del narcotráfico que controlan su distribución en México y exportación a Estados Unidos.

La llamada “guerra contra las drogas” es un concepto que nace en Estados Unidos junto con la oficina que coordina las acciones, la agencia federal antinarcóticos, la DEA, y al frente la figura que lleva el curioso nombre de “zar de las drogas”, que responden precisamente a un aumento exponencial del consumo de drogas en nuestro vecino país del norte, y naturalmente un incremento de las mismas dimensiones en los dividendos, y una tendencia resultante de las características de este mercado: la consolidación de un mercado expansivo en el territorio mexicano, en el momento ya conocido en que los carteles productores sudamericanos empiezan a pagar con mercancía a los carteles distribuidores mexicanos, con lo cual se inundan con droga relativamente barata las principales ciudades mexicanas, de Mérida a Tijuana, gestándose las bases de lo que hoy se conoce en los medios como narcomenudeo, entonces, en pocos años, México se ha vuelto, además de un puente para el transporte de narcóticos a Estados Unidos, es un mercado enorme que puede crecer mucho más, pero también se ha convertido en productor de drogas que antes eran de fabricación extranjera como las llamadas metanfetaminas, con la importación masiva de seudoefedrina de países asiáticos y europeos, con lo cual se completa un mapa somero del narcotráfico en el país, con la hábil intervención de mafias como la rusa y la china, por mencionar sólo dos, además de las sudamericanas y las nativas, en un intrincado tapiz donde las estratosféricas ganancias irrigan otros dos importantes eslabones en esta cadena industrial que opera desde el Mar de la Plata hasta Alaska y allende los océanos.: la corrupción policiaca y el lavado de dinero.

Lo que nos interesa por lo pronto es rescatar toda la información relevante para completar con detalles este tema, sin duda estratégico párale futuro de nuestra sociedad, y por supuesto de México, de donde son originarios varios de los capos más importantes de todos los tiempos, y algunos de los más famosos fueron recientemente extraditados para ser juzgados en cortes de Estados Unidos, incluidas algunos dudosos procedimientos extralegales pero, ¿quién quiere defender públicamente a estos delincuentes de a libra? Tenemos el infame orgullo de ser patria de varios otros narcos que allá del otro lado, tienen extensas redes de distribución; extraña paradoja esa que incluso alguna vez evocó el mítico Caro Quintero, al referirse a algo así como la venganza de los mexicanos contra los gringos: inundar sus calles de drogas, envenenar a sus jóvenes pero, claro, le salió el chirrión por el palito y ahora también acá estamos inundados, pero el caso es que, efectivamente, también en Estados Unidos operan carteles comandados por mexicanos, como el de hasta hace poco desconocido, un tal Gastélum, que resulta operaba una red de distribución de drogas en Atlanta, Chicago, Dallas, Houston, Las Vegas, Los Angeles, Phoenix, San Francisco, San Diego y Seattle, y que saltó a la fama al ser desmantelada su organización hace unas semanas.

Según publicó Raymundo Rivapalacio en su columna Estrictamente personal en El Universal el 29 de septiembre de 2006, “un informe de The Dallas Morning News, los decomisos de heroína se incrementaron en 40%, y las metanfetaminas, de las que 80% en Estados Unidos son distribuidas por cárteles mexicanos que las fabrican en Monterrey, Ciudad Acuña y Piedras Negras, se elevaron casi en 400%. Los decomisos de dinero procedente de la venta de drogas subió, igualmente, 72%”.

3/11/2007

Los primeros cien días de Felipe

Las disculpas son obsoletas cuando está de por medio la negligencia y sí, en parte ha sido enorme la indolente negligencia que se atravesó en el camino de mi escritura, pero válgame tan inútil disculpa pues la fatiga acumulada y el exceso de trabajo se confabularon en malsano complot.

En fin la cosa es que aquí estamos de nueva cuenta para ofrecer la micropanorámica de esos mugrosos rinconcitos de nuestra vida política nacional que al prensa diaria no tiene reparo en dilucidar.

Pues ya los primeros cien días del gobierno de Felipe Calderón se nos vinieron encima con todo y la visita de George Bush y una batahola de publicidad con spots de radio y televisión y anidamientos en las noticias, cuyas voces visibles no se resisten al boletinazo.

Y al hojear el periódico del domingo veo que no soy le único en parangonar eso de los cien días con uno de nuestros más laureados y malqueridos estrategas políticos versado en la esgrima y el ajedrez de maquiavélico tablado de la mercadotecnia emocional y no tanto, es decir nada más y nada menos que el Carlos “el Chupacabras” Salinas de Gortari, quien con toda su ilusionista parafernalia, a golpes publicitarios restañó lo que más le dolía al menudo y aguzado jefe del Ejecutivo: la falta de legitimidad, proceso deleitoso hasta la primera resaca del salinismo, el 1 de enero de 1994 con la rebelión del EZLN.

Por supuesto que el principal paralelismo es justamente el uso de una herramienta mediática para rellenar esas dudas que tal vez puedan ser distintas y que yo no me animaría a compara en los mismos términos como necesidades a partir de un fraude electoral que es punto de otro tema, pero de ninguna manera se podría negar la falta de un basamento de legitimidad en ambos casos.

Entonces, desde el nombre mismo “Los primeros cien días”, un artificio inventado en Estados Unidos, es francamente una campaña. “¡Cuántas cosas ha hecho en sólo cien días!”, buscaría asombrar esta nada oculta estrategia de medios, actos y dichos más vistosos que cuantificados porque, la pregunta sería: “¿Cuántas cosas ha hecho en cien días?” El tono es grandilocuente, presuntuoso pero, una vez más, imposible de sustentarse porque es prácticamente imposible resolver en cien días, y precisamente ahí está el ardid publicitario: uno no puede reclamar una hamburguesa que parece enorme y jugosa en el cartel y que a la hora de comerlo resulta un mezquino bocadillo chatarra.

A nadie cabe duda que por los pronto, la prioridad para el gobierno de Felipe es la seguridad pública, con sus famosos -de tanto mencionarse- operativos conjuntos, y las cuentas que ha presentado se miden en toneladas de mota y coca decomisadas, sin que se sepan nombres importantes de personajes del narcotráfico detenidos, del peso de los extraditados a Estados Unidos, y tampoco se ve un ataque a otras modalidades del crimen organizado, que agravian con más contundencia a la sociedad, como es el secuestro, las violaciones a los derechos humanos, el robo con violencia, todo ello sin tomar en cuenta que la base de la inseguridad pública está en la mala educación y en que los dados de la economía de mercado siempre estarán cargados a favor de la casa.