Un modelo económico para armar en México II
La designación el pasado lunes 16 de octubre de Agustín Carstens, como parte del equipo del presidente electo, Felipe Calderón, en la coordinación de finanzas, es una clara señal del rumbo que tomará el país. Siendo uno de los primeros nombramientos que se ven para la formación del gabinete, puede entenderse que la prioridad y énfasis estará en el lado de la economía, como lo ha sido desde hace ya varios sexenios, lo que refuerza dos premisas: 1) se confirma la visión neoliberal del próximo gobierno, de generar riqueza para repartirla, y 2) la política se mantiene en un plano de concertaciones en corto con los grupos de poder y de presión que hoy amagan las decisiones del próximo presidente de México, como revela la designación de Jorge Alcocer, izquierdista histórico reclutado por el PRI en el año 2000, pero ese tema lo veremos luego.
Hoy lo que importa es valorar el nombramiento de Carstens, cuyo perfil se ha llevado y traído en los medios esta semana: egresado del ITAM, con estudios de maestría y doctorado en la Universidad de Chicago, como varios de los estrategas financieros del poder en los últimos años, a los que llaman los “Chicago boys”, liderado por el expresidente Carlos Salinas de Gortari y su secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella.
Decimos que el perfil de Carstens es diáfano como una moneda de dólar: prosélito del Fondo Monetario Internacional, renunció a su alta posición en el organismo, el tercer puesto jerárquico de importancia, para incorporarse al equipo de transición del presidente electo, y previsiblemente ocupar la cartera de Hacienda, de la que sale Francisco Gil Díaz.
La designación de Carstens, además de ser un triunfo personal de Calderón, al vencer la resistencia de la familia del elegido que por motivos de salud se oponía, pero sobre todo como gozne en la relación con los capitales internacionales y sus políticas económicas y filosofías neoliberales, es decir las que siguen recomendando las prescripciones del libre comercio y restricciones al gasto público, incluso cuando se ha reconocido un fracaso en la distribución de la riqueza, la generación de bienestar social, confirmando en la hegemonía mundial a potencias con carácter eminentemente militarista como EUA, que propugnan por la reproducción a ultranza del capitalismo del complejo industrial-militar-petrolero.
Es por eso que el nombramiento de Carstens es de gran peso para el futuro económico del país, en donde no se han logrado combatir con eficacia lastres como la pobreza extrema y el bajo poder adquisitivo de las mayorías, por no hablar de serio problema de la inmigración, por el impacto que sobre la economía tiene la asignatura de las remesas de dinero enviadas por los paisanos.
Tratemos entonces de analizar estos movimientos en el tablero de la agenda política, ya que recientemente se han difundido declaraciones de actores importantes en el sector privado, pronunciándose favorablemente por la propuesta México 20-30 de Calderón, base de una consulta nacional, según se anunció, y punto de partida del Plan Nacional de Desarrollo 2006-2012.
Pero empecemos por ver las cifras de la realidad que deja el gobierno de Vicente Fox y que Calderón pretende asumir con un enfoque continuista en la política económica.
Hace unas semanas algunos periódicos capitalinos dieron a conocer un reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) del penúltimo año de gestión del presidente Fox, y concluye que el combate a la pobreza fue "no significativo", pues a escala nacional el número de pobres se incrementó, especialmente en el campo. El número de personas a escala de indigencia creció en más de un millón.
En la medición realizada a partir de la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH) 2005, se concluye que el número de pobres en patrimonio -es decir, que no pueden adquirir requerimientos básicos de alimentación, vestido, calzado, vivienda, salud, transporte público y educación- tuvo un retroceso en comparación con los datos reportados al inicio y mitad del sexenio. “De 2004 a 2005 pasó de 48 millones 625 mil 44 en 2004 a 48 millones 895 mil 535 (47 por ciento del total de habitantes). En el ámbito rural la cifra de 22 millones 139 mil 967 se elevó a 23 millones 828 mil 638, en el mismo lapso”, publicó La Jornada de esta investigación que también reveló que “prácticamente 19 millones de mexicanos aún carecen de ingresos suficientes para adquirir la canasta básica de alimentos, y 25.7 millones no pueden acceder a los mínimos requerimientos de alimentación, salud y educación, aun si utilizaran todos sus ingresos para ello”.
Foto: MArco Pérez La Jornada